Cuando los mercados se ponen por encima de los gobiernos, la soberanía se ve cuestionada en sus fundamentos. El modelo neoliberal, diseñado por el Proceso y perfeccionado por Cavallo, provocó la liquidación de la democracia y del Estado como guardián del bien común y de la voluntad general. Lo estatal se separó de lo “público”. Como consecuencia, el modelo de universidad como empresa genera una “Industria Universitaria” preparando solo gestores para el mercado, teniendo como criterio la rentabilidad económica y tratando a los estudiantes como clientes. Se excluye de la educación a una parte de la juventud a partir de los criterios del mercado

La abundancia de información que nos llega diariamente descontextualizada y sin nexo entre sí, desinforma al desviar nuestro foco de atención de las cuestiones político-económicas centrales y la “información” se convierte en una muralla de acceso al conocimiento.

Las cuestiones económicas en boga se convierten en una maraña de datos, informes y recetas incomprensibles. La tecnocracia economicista entiende los asuntos vitales de la producción como tratables solo en los cielos del poder. Cerrados a la participación popular, los “econometristas” presentan sus resultados como una sabiduría “ecuménica” y elitista. Pero como decía Jauretche, cuando alguien no entiende algo de economía, no es que le falte inteligencia, sino que lo quieren embromar, y se la explican difícil para que no la pueda entender. Como la economía no es una ciencia exacta sino una ciencia social, toda la certidumbre del desarrollo es un recetario para el “asesinato económico”, del desastre y garantía de los intereses ajenos.